Las puertas se abren, los niños hacen fila, se registran y reciben un desayuno. Los rostros se mueven todo el tiempo, mirando dónde pueden jugar, se oyen conversaciones sobre qué hacer primero: ¿la piscina de pelotas o los triciclos? Los niños se desbordan de energía y quieren correr, reír y hacer de todo. Pero siempre hay niños se apresuran por las escaleras y se detienen tentativamente para mirar las mesas de manualidades. ¿Qué podemos hacer hoy? ¿Hay escarcha? La escarcha es el elemento favorito para aplicarle a todo. Algunos se olvidan del pegante y agregan primero la escarcha. “Necesitas pegante”, otros les dicen, pero antes que la maestra abra la boca para decirles que la escarcha se debe retirar antes de poner el pegante, ya se ha creado un desastre de color café. Los niños, decepcionados, miran a la maestra y escuchan la respuesta: “está bien, no te preocupes, así es como aprendemos, ahora sabes que necesitamos pegante para pegar la escarcha. Comencemos de nuevo”. Pronto se acaba la escarcha y los niños comienzan a usar plastilina y lana para hacer las figuras. Hoy colorean las manos. La semana pasada decoraron siluetas de niños y niñas con mensajes “Fui creado a la imagen de Dios” o “Dios siempre está conmigo”. La semana antepasada, hicieron diseños de nieve con papel con un grupo canadiense de estudiantes de secundaria. La próxima vez, quién sabe qué irán a hacer, sin embargo, sí sabemos que serán bienvenidos, animados a participar, a aprender y a experimentar el amor de Dios y ¡desearán volver a la mesa de manualidades en la siguiente Jungla!