Esteban Bartel, con una herencia de varias generaciones de misioneros, nació en medio de la guerra civil colombiana. Sus padres, Harry y Martha Bartel, quienes vivían bajo constantes amenazas de persecución por ser misioneros cristianos, llamaron a su nuevo hijo Esteban… pensando quizás en los cientos de cristianos martirizados por su fe por todo el país en 1953. Cuando Esteban tenía siete años, la maestra le pidió a sus alumnos que hicieran un dibujo de lo que querían ser cuando grandes. Aunque otros niños dibujaron camiones de bomberos y patrullas de policías, Esteban dibujó una aldea indígena en la selva con un pequeño helicóptero por encima. Explicó que quería ser un piloto misionero que llevara las buenas nuevas de Jesús a los que no lo conocían. Nunca se imaginó que ese llamado inicial a las misiones definiría el resto de su vida. Esteban tuvo durante su infancia varios encuentros con los “gamines” o niños de la calle de mala fama de Bogotá. Aunque les preparaba frecuentemente sándwiches de mermelada a los indigentes que llegaban a la puerta, muchas veces los niños de la calle le robaban sus juguetes cuando salía a jugar, lo amenazaban con golpearlo y lo obligaban a comprar de vuelta sus propios juguetes. ¡Hubo muy poco amor en su corazón por esos niños! La familia de Esteban se mudó a los Estados Unidos cuando él tenía 13 años y se establecieron en Chula Vista, California, donde sus padres continuaron con la obra misionera en Méjico. Esteban conoció dos años después a Evi—una chicana (Méjico-americana) vivaz con un profundo amor por los niños, un gran don de compasión y con un llamado de Dios a las misiones en América Latina desde que tenía doce años—, en un partido de fútbol del grupo de jóvenes. Evi ha sido particularmente sensible a la grave situación de los niños procedentes de familias separadas, o de cuyos padres no les importan sus hijos. Evi, de adolescente, cuidó de bebés y niños pequeños durante largas horas al día y oraba fervorosamente por ellos mientras estaban bajo su cuidado. Un trabajo durante las vacaciones de verano con los Conservacionistas Juveniles, en donde abría caminos en las montañas, talaba árboles, movía piedras y mataba serpientes de cascabel, le ayudaron a Evi a prepararse para su futuro trabajo misionero con Esteban, a menudo en condiciones muy incómodas. Un reto que le hizo Loren Cunningham a Esteban cuando este tenía 19 años, lo llevó al altar a un encuentro personal donde Dios lo llamó claramente a regresar a Colombia para comenzar a restaurar a los niños de la calle. ¡Para gran sorpresa suya! Esteban le pidió a Dios que confirmara este llamado, lo cual Él hizo a través de una serie de acontecimientos. Este llamado fue un secreto desconocido aún para Evi, por varias razones. Esteban visitó durante ese verano a los niños de calle en Colombia y le pidió a Dios que pusiera un gran amor en su corazón por ellos. Dios concedió de nuevo su súplica. Esteban regresó a la universidad y sin divulgarle el secreto a Evi, cambió discretamente su especialización a Educación. ¡Evi misma escuchó claramente a Dios en una visión que la incitaba a dedicar su vida a restaurar a los mismos niños, diez meses después y sin conocer aún el llamado de Esteban! Decidió estudiar enfermería. (Es una larga y bella historia). Esteban y Evi esperaron completamente tener que empacar y viajar a Colombia dentro uno o dos años después de su boda en 1974. ¡Pero Dios no lo permitió hasta diez años después! Esteban enseñó en colegios cristianos y públicos durante ese tiempo y completó su maestría en Administración Pedagógica. Evi obtuvo su título de enfermería y comenzaron a trabajar en el Distrito Escolar Unificado de San Diego y en el Hospital Kaiser. Karisa quien nació en 1977 y Josué, en 1980, bendijeron su hogar. Dios les dio finalmente vía libre para el campo misionero, mientras firmaban las escrituras para comprar su tercera casa en 1981. Pero aún así, Colombia estaba vetada por el asesinato de Chet Bitterman, un misionero con Wycliffe. En lugar de Colombia, Esteban y Evi viajaron a Grecia y tomaron parte en el Anastasis, un buque de misericordia de Juventud Con Una Misión, mientras esperaban que se reabrieran las oportunidades en Colombia. Los dos años a bordo del Anastasis se convirtieron en un momento decisivo para Esteban y Evi, ya que aprendieron unos principios para la vida que los ayudarían a soportar las dificultades que se avecinaban en Colombia. Esteban y Evi fortalecieron su carácter para un ministerio en el servicio a los demás y con un liderazgo mutuamente sumiso, a través de varias experiencias (los milagros de peces que saltaban en el océano, los enjambres de mosquitos que se arremolinaron por meses y que desaparecieron en minutos tras la oración, dos experiencias de “muerte a una visión”, el amor de una comunidad de creyentes después de dos abortos naturales, etc.). Llegaron por fin a Colombia en 1984. Con los años, el ministerio con los niños de la calle creció hasta tener ahora un enfoque de siete fases plenamente integradas para cambiar la vida de los niños para siempre, en su mayoría con el fin último de restaurarlos a cada uno en una familia cristiana de largo plazo. Las siete fases, que ahora dirigen y llevan a cabo veintitantos latinoamericanos voluntarios de tiempo completo, incluyen: evangelismo en las calles, un hogar de paso y albergue de crisis, un hogar de transición, unas aulas de nivelación y socialización, hogares donde se modela a largo plazo la vida familiar, la restauración familiar y el seguimiento de los jóvenes adultos anteriormente niños de la calle que reingresan a la sociedad. ¡Cada fase cuenta con su propia aventura y es la fuente de muchas historias emocionantes! Ser atracados con cuchillo, ser víctimas y amigos de pandillas urbanas pistoleras, ser amenazados telefónicamente por la guerrilla, evitar estar por minutos en explosiones de bombas de la mafia, encontrarse en el fuego cruzado en la reciente guerra civil en Colombia entre las guerrillas, los paramilitares y los soldados del ejército, escapar del peligro en un prostíbulo, ver vidas arruinadas que cambian y adoran al Señor… todas estas mantienen a Esteban y a Evi, y a su equipo de voluntarios, en la vanguardia de la emoción mientras procuran completar la voluntad de Dios. Dos hijos más les nacieron a Esteban y Evi durante este tiempo: Yohanna en 1983 y Lucas en 1986. David llegó a su hogar en 1991 como un bebé de tres meses de edad, muy enfermo y fue adoptado con mucho gozo en 1993. Unos años más tarde adoptaron también a Sara y a Juana. Esteban y Evi se comprometieron por el resto de su vida a restaurar a los niños… y a facilitar oportunidades para que otros cristianos puedan también hacerlo, ya que los niños de la calle no pueden cambiar para siempre con soluciones fáciles ni con un ministerio a corto plazo. Entre sus pasiones se encuentran reclutar y desarrollar un grupo de voluntarios comprometidos y asociados a su ministerio y a otros, sobre todo de familias cristianas que adopten permanentemente grupos de hermanos de niños de la calle. Esteban participa activamente en viajes para sensibilizar a las iglesias cristianas hacia la difícil situación de los niños y al mandato bíblico de alcanzarlos, a la vez que dicta seminarios de capacitación y escuelas para cristianos con un llamado de Dios en su vida para servir a los niños. Forma parte actualmente del comité internacional del currículo de capacitación de la Red VIVA (una red mundial de ministerios cristianos que sirven a la niñez en riesgo) y participa de lleno en el establecimiento de un “Centro de Investigación y Capacitación sobre la Niñez en Riesgo” en Bogotá, Colombia. Además de capacitar, este centro espera promulgar un entendimiento y una defensa de la niñez, así como el cuestionamiento y desarrollo de las políticas de la iglesia y del gobierno relacionadas con ellos y sus familias. Para contactar a Esteban y Evi, por favor escriba a info@colombiastreetkids.org Vuelva a la página del voluntariadoBuscar: